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NAGASAKI: RECUERDOS DE MI HIJO. El espíritu pacifista de Yôji Yamada

Emotiva historia que a ritmo suave nos muestra el daño narrado en pequeñas sonrisas envuelto en una banda sonora de solemne belleza compuest...

Emotiva historia que a ritmo suave nos muestra el daño narrado en pequeñas sonrisas envuelto en una banda sonora de solemne belleza compuesta por Ryuichi Sakamoto, una cautivadora evocación de los momentos que configuran el sentido de la vida, esos instantes de felicidad que conforman el devenir de cada ser humano que el director japonés Yôji Yamada muestra al espectador como el contrapeso del sufrimiento, del dolor que estará siempre presente en los supervivientes marcados por la enfermedad y el sinsentido de la guerra.
En NAGASAKI: RECUERDOS DE MI HIJO nos ofrece un nostálgico canto a la existencia con el que Yamada rinde homenaje a las miles de víctimas anónimas de la ciudad nipona en una hermosa película, candidata de Japón a los premios Oscar, que tuvo la presentación oficial en España en el marco del Festival Internacional de Cine de Barcelona-Sant Jordi (BCN Film Fest), celebrada entre el 21 y el 28 de abril de 2017, estrenándose en las salas de cine el 26 de mayo del mismo año. Un filme que el veterano realizador construyó coincidiendo con la conmemoración del 70 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. Donde tomando el motivo familiar tan habitual en las cintas de Yamada nos introduce en el trauma de la bomba atómica, en las implicaciones morales de la hecatombe, el sentimiento de culpa, la ausencia de responsabilidades, la redención, el perdón que no olvida pero se agarra a la reconciliación para salir a flote tras la pérdida de los seres queridos aniquilados por la bomba H que recuerda un impactante prólogo que entra a través de los oídos y los ojos del espectador para aterrizar en su sensibilidad con una sitcom melodramática que hace partícipe al público de las vidas de los protagonistas y su esfuerzo cotidiano a la vez que van dejando marchar a los que ya no están entre ellos manteniendo su espíritu en el amor eterno, un conmovedor bálsamo que acaricia las escenas protagonizado por Sayuri Yoshinaga, Kazunari Ninomiya (Cartas desde Iwo Jima) y Haru Kuroki (La casa del tejado rojo).
“El 9 de agosto de 1945 morí al instante”. Quién así se expresa es Koji, un joven estudiante de Medicina japonés que fallece inesperadamente mientras se encuentra en la facultad a causa de la bomba atómica lanzada sobre Nagasaki por fuerzas estadounidenses.
Han pasado pocos años del final de la Segunda Guerra Mundial, y Japón aún se recupera de sus heridas. Nobuko (Sayuri Yoshinaga), una mujer de mediana edad decidida a seguir adelante mientras contempla la tumba de su hijo, muerto en el bombardeo nuclear de Nagasaki como tantos otros. Pero todo cambiará el día en que, en el aniversario de la misma, al volver del cementerio, encuentra a su hijo Koji (Kazunari Ninomiya) esperándola en casa. Como si de un milagro se tratase, Koji volverá a menudo a visitar a su madre para poder recordar juntos a la familia, la guerra, y el pasado.
La muerte de Koji, que estaba a punto de casarse, sacude la existencia de su prometida, Machiko, y su madre, una mujer de apariencia fuerte pero terriblemente dañada por dentro, dedicada en cuerpo y alma a su trabajo de comadrona en Nagasaki y al cuidado del único hijo que le quedaba vivo. Tras el fallecimiento de su marido y su primogénito, Nobuko y Koji mantenían una relación muy especial basada en la confianza y el respeto. Ambos eran positivos y risueños, llenos de vitalidad y estaban muy unidos. Sin embargo, la ausencia de Koji sume a la madre en una profunda tristeza que solo puede sobrellevar gracias a la presencia de la joven maestra que iba a ser su nuera. Entre las dos se ayudan mutuamente y mantienen vivo el recuerdo del difunto y los otros dos miembros de la familia fallecidos.
Nobuko tiene un pequeño altar con velas y santos que protege a sus seres queridos y limpia con mimo cada detalle de su hogar. Es una mujer sumamente educada y servicial, que jamás ha levantado la voz a nadie. Una noche, justo cuando se cumplen tres años de la muerte de Koji, éste se presenta en casa y entabla conversación con ella. A partir de entonces salen a relucir anécdotas y recuerdos que llevaban demasiado tiempo escondidos, como la pasión de Koji por la música de Mendelssohn, el amor infinito por esa madre que siempre le ha entendido y nunca se ha enfadado con él o los problemillas con la familia paterna, más preocupada por el dinero que por los verdaderos sentimientos.
El fantasma del joven fallecido solo aparece ante su progenitora. Los diálogos entre madre e hijo versan también sobre el futuro de Machiko y la posibilidad de que pueda rehacer su vida sentimental con otro hombre. Pasar página no es fácil y, pese a su condición, el joven no admite que está muerto y le cuesta aceptar el presente. Y que Machiko se libere de unas ataduras impuestas por un sentido demasiado acusado de la fidelidad.
Yôji Yamada con extrema lucidez, una mirada serena, sin artificios, sin manierismos, sin culpas ni castigos, recurre a los fantasmas en un halo de esperanza, en un mensaje de reconciliación con la vida desde el surrealismo poético frente a la cobarde y ciega guerra.
Yamada en su 82 película como director, LA CASA DEL TEJADO ROJO, ya nos había regalado una de sus joyas pacifistas, sobre la que señalaba "el grueso del film se desarrolla entre 1936 y la inmediata posguerra. No hay explosiones. Lo que me interesa es mostrar la tristeza de una madre o las lágrimas de una chica cuando su novio es enviado a la guerra. Cuando la contienda está en su apogeo, un grupo de jóvenes también pasa por la calle gritando ¡Banzai!, un clamor por la victoria. Con mis 14 años cuando acabó la guerra, fui tan ingenuo como aquellos jóvenes que desfilan en la película. Todo el mundo creía que Estados Unidos y Gran Bretaña eran países tan penosos que, sencillamente, no podíamos perder. Los periódicos nos decían todo el rato que estábamos ganando, incluso cuando ya estaba claro que perdíamos. Lo peor llegó en 1945, cuando se suponía que teníamos que detener la invasión, aunque fuera luchando con espadas de bambú".
El veterano cineasta Yôji Yamada, nacido el 13  de septiembre de 1931 en Toyonaka, Osaka, que alcanzó gran éxito con su serie de películas "Tora-san: Es duro ser un hombre" y la denominada trilogía Samurái  (El Ocaso del Samurái, La Hoja Escondida y Amor y Honor), basada en tres novelas de Shûei Fujisawa, ha desarrollado la práctica totalidad de su carrera dentro del estudio japonés Shochiku, al que Yamada hace referencia al explicar "las penurias que atravesó el País del Sol Naciente durante la ocupación americana también tienen su eco en este drama familiar. Recuerdo haber pasado hambre durante la mayor parte de mi juventud. No pude empezar a llenar mi estómago hasta que empecé a trabajar en la Shochiku".
En su serie "Tora-san" que presenta la vida del viajante mercader Torajir, quién es un desafortunado enamorado, el papel principal siempre fue interpretado por Kiyoshi Atsumi, por lo que su muerte en 1996 finalizó la serie, realizándose durante un periodo de aproximadamente veinticinco años cuarenta y ocho películas.
En una nueva pieza de hermosa filigrana, LA CASA DEL TEJADO ROJO suponía su enésimo drama sobre la familia burguesa, siguiendo con la misma serena y fría calma de contenida tensión que caracteriza a su filmografía que abarca desde el melodrama más clásico, la  comedia o el chambara (cine de samuráis), con emblemáticos  títulos como THE YELLOW HANDKERCHIEF OF HAPPINESS (1977) o KABEI (2008), merecedor en cuatro ocasiones del Premio de la Academia Japonesa de Cine a la Mejor Película, por EL PAÑUELO AMARILLO DE LA FELICIDAD (1977); MUSUKO (Mis hijos, 1991); GAKKO (Una clase inolvidable, 1994), y EL OCASO DEL SAMURÁI (2002), que también fue nominada al Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, haciéndose Yamada con el Premio al Mejor Director en tres ocasiones.
En LA CASA DEL TEJADO ROJO, presentada en la Berlinale en 2014 donde Haru Kuroki fue galardonada como Mejor Actriz, Yoji Yamada se basaba en la novela superventas de Kyoko Nakajima, Chiisai ouchi, ganadora del Premio Naoki en 2010. Guion sobre el que Yamada comentaba "la portada de la novela era muy atractiva, la compré y empecé a leerla. Nada más terminarla, me pregunté si ya la estaba filmando alguien. Me enteré de que nadie había comprado los derechos y fui a ver a la autora para explicarle que deseaba hacer una película a partir del libro. No es la primera vez que una película mía se basa en fuentes literarias, pero sí es la primera vez que una novela me inspira para hacer una película. Es una obra literaria que tiene algo indefinible, misterioso, inquietante. Empecé a escribir el guion mientras reflexionaba en esos tres adjetivos. Es una historia acerca del pecado, pero también está la época en que transcurre. Pensé que sería maravilloso si pudiera captar ese entorno".
Hacía cincuenta años que Yôji Yamada describía las relaciones familiares en sus películas, pero esta vez enfocaba la cámara a un tema nuevo, los secretos de familia. La clave de lograr presentar la historia de un modo tan discreto y con tanta riqueza de detalles en LA CASA DEL TEJADO ROJO está en la elaboración de los decorados y en el excelente reparto sobre el que Yamada explicó "hace mucho que dirijo películas, pero nunca había hecho nada parecido. Cuando rodamos la escena de (Takako) Matsu subiendo la escalera donde se aloja (Hidetaka) Yoshioka y entrando en su cuarto, yo estaba tan nervioso como los actores. Era un viaje hacia lo desconocido. Hay algo conmovedor en el hecho de haber construido los decorados de la película y de contar con un reparto tan espléndido. Los actores gesticulan, se mueven de maneras diferentes, pero lo importante es conseguir que la cámara atrape sus pensamientos y estados de ánimo. Pienso en eso cuando ruedo, aunque son cosas difíciles de reconocer, de captar, por lo que me esfuerzo en sentirlas de forma consciente en el “aire” de una escena. Quiero rodar para capturar la atmósfera y la esencia. Una buena película rezuma encanto y fragancia. Quiero que mis películas sean así, pero no es tarea fácil, y por eso suspiro tanto durante un rodaje".
Contención emocional y estudio de registros casi conductista, al estilo de UNA FAMILIA DE TOKIO (2013) y siguiendo los pasos de Yasujiro Ozu, que tanto gusta a Yamada para introducirse en el corazón humano y escudriñar a través del objetivo, con la precisión de un cirujano con el escarpelo, qué esconden cada uno de los personajes de la película que, como aclaraba Yamada, "gira en torno a una historia de amor secreto en una casa moderna a las afueras de Tokio. Pero además de eso, quiero describir el estilo de vida de un hogar pequeñoburgués durante el periodo inmediatamente anterior a la II Guerra Mundial hasta la derrota de Japón, algo que no se ha mostrado a menudo en el cine hasta la fecha. E incluso quiero ir más allá y ofrecer algunos destellos de hacia dónde está encaminado el Japón actual”.
Nostálgico cuento de anhelo y frustración en una árida puesta en escena de preciosa gelidez donde la franja histórico-sentimental del largometraje ceremonial y minimalista resulta cautivador.
En 1936, Taki deja su familia en el campo para ir a trabajar como criada en una casa moderna con un tejado rojo a dos aguas en las afueras de Tokio, el tranquilo hogar de la bondadosa Tokiko, su marido Masaka y su adorable hijo. Pero cuando aparece Shoji Itakura, Tokiko se siente irresistiblemente atraída por él. Taki es leal a Tokiko y cuida de la familia a pesar de ser consciente de esa relación. Sin embargo, llega el momento en que debe tomar una desgarradora decisión. Sesenta años después, la anciana Taki escribe la historia de su vida en un cuaderno, rememorando los días que vivió en la casa del tejado rojo. La alienta a seguir su joven sobrino Takeshi, que espera impaciente que acabe cada capítulo para leerlo. El tiempo pasa y Taki muere. Mientras ordena sus pertenencias, Takeshi encuentra un sobre cerrado sin destinatario, que le empujará a intentar descubrir la verdad de un secreto que Taki ha guardado hasta la muerte.
Yamada nos acerca a una historia de amor secreta que empezó bajo el tejado rojo de una casa para después de 60 años terminar por salir a la luz.
La historia transcurre en dos épocas. La primera empieza en 1935 y acaba inmediatamente después de la II Guerra Mundial, y la segunda, entre 2000 y 2009. Va y viene entre ambas en un relato tan extenso como realista. El primer periodo podría describirse como “Showa moderno”, un tiempo único y lleno de colorido durante la era Showa (1926-1989), en la que la cultura japonesa asimiló numerosas influencias occidentales. Se oía jazz y canciones francesas; el art déco y el art nouveau fueron importados de Estados Unidos y adoptados con entusiasmo. El cine pasó de mudo a sonoro, y empezaba la era dorada de Hollywood. Mientras tanto, en segundo plano, detrás de aquellos días de paz y brillantez, la sombra militarista crecía al tiempo que Japón escogía el camino de la guerra.
Para Yamada “la guerra es un pecado horripilante que destruye la felicidad de los seres humanos. En Monsieur Verdoux (1947), Chaplin pronuncia la famosa frase: “Por un asesinato se es un malvado; por un millón, un héroe".  El periodo previo a la II Guerra Mundial durante la era Showa fue muy oscuro. Las grandes ciudades japonesas ardieron, fue una época de gran brutalidad. Pero la pequeña burguesía de las afueras de Tokio, a pesar de vivir modestamente dentro de sus posibilidades, supo crear una cultura muy particular. Mi intención ha sido mirar atrás con cariño hacia ese modo de vida y plasmarlo. También me pareció que, en este relato, la cultura se veía rápidamente adelantada por un contexto histórico mucho mayor. Pude documentarme a fondo porque quedan muchas cosas de este periodo. Al parecer, las casas modernas de tejados rojos a dos aguas se hicieron muy populares en los años inmediatamente anteriores al decenio de la era Showa (1935). El diseño de la casa que se ve en la película está basado en la arquitectura, el estilo de vida y la cultura de la época".
Vidas presentadas bajo una triste dulzura en un filme que en su apariencia de sencillez desgranaba un complejo rodaje en 35 mm del maestro Yôji Yamada, quien continúa filmando en este formato porque "si solo se tratase de que el 35 mm se convirtiera a digital, de que pasamos conscientemente al digital, muy bien, pero se trata de saber si esto enriquece la expresión cinematográfica. No es un desarrollo comparable a añadir color al cine en blanco y negro, o pasar totalmente a la película en color, se trata más bien de un proceso de racionalización. Para los que hemos crecido con negativo, es exasperante ver que cada vez quedan menos técnicos capaces de manejarlo y que el mismo negativo ya no abunda. Mientras viva, me esforzaré en trabajar con montadores y técnicos de sonido que sepan trabajar con 35 mm". Una película que aporta un atisbo de luz al dramático argumento en los dibujos que acompañan a los créditos de salida, porque como explicaba Yamada "el libro The Little House, de Virginia Lee Burton, publicado en 1942, que leí a mis hijos cuando eran pequeños, ofrece un contraste con la urbanización moderna, al tiempo que subraya y afirma las alegrías de la vida. De joven no creía mucho en esta alegría modesta que describía, pero ahora el libro me parece notable porque acaba con el traslado de la casa a un lugar donde podrá vivir feliz para siempre. En el mundo real, lo más probable es que haya sido derruida, y me alegro de que la autora decidiera acabar la historia de otra forma. Como en las películas que describen una realidad dura, pero que acaban bien y nos hacen sentir cómodos. La esperanza es algo muy tenue, es importante agarrarse a ella. Y siempre espero que ese sea el mensaje que llega a los espectadores de mi cine".
Yôji Yamada sigue desde LA CASA DEL TEJADO ROJO con sus inquietantes misterios hasta la fantasía realista de NAGASAKI: RECUERDOS DE MI HIJO apostando por mecernos en un remanso de paz y buena vida.

FICHA TÉCNICA
Nagasaki: Recuerdos de mi hijo  - Título original: Haha to kuraseba - Dirección: Yôji Yamada - País: Japón - Año: 2015 - Duración: 130 min. - Género: Drama - Reparto: Sayuri Yoshinaga, Kazunari Ninomiya, Haru Kuroki, Tadanobu Asano, Isao Hashizume, Yuriko Hiro'oka, Miyu Honda, Ken'ichi Katô, Nenji Kobayashi,  hristopher McCombs, Wade Reed, Kazunaga Tsuji - Guion: Yôji Yamada, Emiko Hiramatsu - Productora: Shochiku Company - Música: Ryuichi Sakamoto - Fotografía: Masashi Chikamori - Montaje: Iwao Ishii - Director artístico: Mitsuo Degawa - Estreno en España: 26 Mayo 2017.


Escrito por: © María José S. Bermejo